Sunday, May 06, 2007

LAS ANIMADAS CLASES DE ÉTICA.

Solamente puedo decir que son unas clases realmente divertidas donde, al mismo tiempo que aprendes, ríes. Desde el comienzo de la clase, ésta es dirigida por el profesor de una manera que, yo no sé como lo hace, todos los alumnos se mantengan callados y en su sitio atendiendo como debe ser (cosa extraña ya que en otras clases esto no es posible). Mientras la clase se desarrolla con normalidad, el ambiente que hay en ella es muy bueno. El profesor dicta, expone ejemplos sobre lo explicado y enseña como él sabe. Pero parece como si la clase de ética estuviera dividida en dos mitades: en una están los dictados y temas que se dan en las horas que se imparte ética; en la otra se encuentra la parte animada donde reímos, tanto el profesor como los alumnos, debido a que las respuestas de algunos de los alumnos dirigidas al profesor durante la clase son bastante ingeniosas. Yo no veo ningún aspecto negativo en las clases de ética ni en el profesor. Ambos son correctos. Desde que comenzó el curso las clases han sido las mismas y no ha habido problemas. Se podría decir que es la mejor clase de entre el resto. Y esto último no ha sido por peloteo porque en los ratos libres, tras alguna sesión de ética con el profesor o por casualidad, se comenta lo divertidas que son las clases. Además, yo tengo esta asignatura los martes a primera hora y a mí me levanta la moral y me despeja. Incluso creo que parecen buenas para la salud (las clases). En resumen: las clases de ética son entretenidas y no tengo nada en contra de ellas. No solo te distraes y lo pasas bien sino que aprendes de una manera diferente. Creo que al dar el profesor la clase de este modo se le presta más atención y por lo tanto hay un mayor número de aprobados. Con esto quiero decir que los alumnos están mucho “más presentes” en esta clase que en otras. Al profesor solo se le podría decir que siga impartiendo clases de esta manera. Tengo entendido que es uno de los más populares del instituto. Alejandro C.H. 4º ESO A.

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